La mayoría de las veces cuando las relaciones de pareja
tienen vínculos de confianza y el tiempo compartido es un aliado, llega el
momento de una de las grandes decisiones: la de vivir juntos. La opción, que puede conllevar a un
matrimonio o no, no es un paso fácil ya que implica poner en la balanza pros y
contras y de una evaluación considerable, especialmente si se está proyectando
vivir una larga experiencia compartida.
Obviamente que en este plano no existen recetas, puesto que
cada pareja es un universo propio, que depende entre otras cosas como: de la cantidad de
tiempo juntos, de la edad en que se conocieron, de las experiencias anteriores,
como de una serie de factores tanto internos y externos de cada uno.
Así y todo, cuando llega el minuto es aconsejable evaluar
determinadas señales y asuntos para la mejor decisión y resultados, ya que
será la cotidianidad la que se compartirá, y no sólo el amor “romántico” y la
pasión, que a veces puede resultar bastante menos atractivo e incluso
desilusionante.
Por eso cabe la pregunta de ¿cómo saber si nuestra relación
está lista para compartirse bajo un mismo techo? En esto hay una serie de items a
ponderar para que este reto y responsabilidad de vivir juntos sea exitoso y
evitar el deterioro de una convivencia precoz. Parte de ello, pasa por saber
cuándo conozco a esa otra persona; qué tan estables económicamente estamos para
dar el paso; o cómo nos ha ido enfrentando situaciones complicadas juntos; cómo
han sido las experiencias de viajar juntos; cuánta confianza nos tenemos; qué
tan bien lo pasamos juntos; cuáles son nuestros proyectos en común; si soñamos
similar o no en cuando a un modelo de pareja o familia; etc.
Tan importante como lo anterior es saber que la decisión
involucrará grandes satisfacciones, pero también renuncias y cambios en el
vínculo que, al tenerlo más claro previamente, puede ayudar a enfrentar un
futuro de mejor forma como a superar los inevitables conflictos. Cambios que
podrían tener implicancias en el plano financiero, mantención de nuestra
independencia y hasta modificaciones en el plano sexual, por lo que muchas
veces es conveniente conversar entre ambos, amigos y familia y por qué no con
un terapeuta especialista en terapia de
pareja.