
Según estudios realizados por nuestro centro, los matrimonios realmente exitosos son el 12,5 %. Prácticamente uno de cada diez.
Demasiado pocos considerando que todos quienes nos casamos o decidimos convivir, lo hacemos con la mejor de las ganas, disposición e intención de formar una familia, desarrollar un proyecto de vida en común, tener hijos, compartir, envejecer juntos y además, sustentados en un sentimiento muy importante y poderoso como es el amor.
Es decir el amor no es suficiente para tener una buena relación de pareja.
¿Qué falta entonces, qué necesitamos para que nuestra vida en pareja funcione?
Varias cosas. La primera de ellas es tener en claro para qué nos casamos, con qué objetivo.
¿Para qué se casan las personas?
Cuando hacemos esta pregunta, las respuestas más comunes son: para formar una familia, para desarrollar un proyecto de vida en conjunto, para compartir la vida, para envejecer juntos.
No, las personas no se casan por eso. Lo hacen por una sola razón, para cumplir un solo objetivo: Ser felices y pasarlo bien… formando una familia, desarrollando un proyecto de vida en conjunto, compartiendo la vida, envejeciendo juntos, etc. pero el objetivo principal y que incluye a todo el resto de las razones es ser felices y pasarlo bien.
Pero, una vez viviendo juntos, surgen los problemas: “La primera situación que me molestó, que te lo hice saber y no reaccionaste bien. La segunda cosa que pensé en decirte y por miedo a tu reacción me callé. La tercera, la cuarta, la vigésima, la centésima†… y luego son tantos los problemas sin solución acumulados en la mochila matrimonial que las parejas dejan de trabajar por cumplir el objetivo original y ponen el foco en los problemas sin solución y como no saben como resolverlos empiezan a contaminar su vida en pareja y luego dejan de pasarlo bien y ser felices.
“Y si yo me casé contigo para ser feliz, pasarlo bien y lo paso pésimo y la verdad no soy feliz como quisiera, entonces nuestra relación no tiene sentido. No se está cumpliendo el objetivo para el cual nos casamos.â€
Y muchas parejas haciendo consciente o inconscientemente este análisis, deciden separarse.
Pero no lo hacen porque no se quieran. Lo hacen porque tienen una interminable lista de conflictos no solucionados, que además crece dÃa a dÃa, y que no les permite cumplir con el objetivo para el cual se casaron.
La única diferencia entre una pareja exitosa y otra que no lo es, es la capacidad para solucionar sus conflictos. Una sabe como hacerlo y la otra no.
Llegan a nuestra consulta parejas de 5, 10, 15, 20 o más años de matrimonio, con terribles problemas de convivencia por el solo hecho de no saber como solucionar sus conflictos de pareja.
El problema es que nadie te enseña como hacerlo. Uno se capacita para todo en la vida, menos para lo más difÃcil y definitivo: ser padres y ser pareja.
Si les preguntara cómo están educando a sus hijos, ustedes responderÃan: “lo mejor que podemos, basados en como me educaron a mà y a mi pareja. Rescatamos lo mejor de cada modelo y hemos conformado un modelo propio por el cual nos ceñimos para la educación de nuestros hijosâ€.
¿y quién les asegura a ustedes que esos modelos de los cuales ustedes sacaron la información para armar su propio modelo, eran los correctos?
Nadie ¿verdad?. La realidad es que uno educa a sus hijos como a uno le “tinca†que es lo correcto. El problema es que cuando uno hace las cosas por tincada, tiene dos opciones: acierta o se equivoca, y si uno tiene la mala suerte de equivocarse más veces que acertar, entonces terminará teniendo problemas con su hijo.
No conocemos a ningún padre que tenga un hijo drogadicto que haya hecho cosas a propósito para que el resultado fuera ese.
¿Qué paso con ese padre? Se equivocó más veces nada más. ¿A propósito? Obviamente que no, simplemente no sabÃa como hacerlo y seguramente también trato de hacerlo lo mejor posible.
Asà mismo dificultamos que las parejas hagan cosas a propósito para hacerle la vida imposible al otro o hagan cosas premeditadas para tener una mala relación de pareja. Seguramente hacen también lo mejor que pueden.
Las personas se casan o deciden vivir en pareja y necesariamente desde el primer dÃa empiezan a tomar decisiones:
- Voy a dejar que ocupe la mayor parte del closet.
- No le voy a decir que no me gusta que se ponga ese pijama.
- Voy a compartir con el o ella eso que tanto le gusta.
- Mejor no le voy a decir esto que me pasó porque se puede molestar.
- No voy a proponerle esta fantasÃa porque a lo mejor va a pensar mal de mÃ.
- Voy a convencerlo de que me acompañe, porque es bueno para la pareja compartir ese tipo de cosas.
- Le voy a decir que bueno para que esté contenta.
- etc.
Todas decisiones, una tras otra, todas con la mejor intensión, con el mejor propósito; hacer de la vida en pareja algo agradable. Pero si no se logra ese propósito es signo de que hemos tomado más decisiones equivocadas que acertadas.
De hecho el único parámetro para saber o darnos cuenta de si a lo largo de nuestra vida en pareja hemos tomado más decisiones acertadas que equivocadas o al revés, es fijarnos en el resultado. Si tenemos una relación constructiva, rica, entretenida, comprometida, etc. es señal de que hemos acertado con nuestras decisiones. Pero si en cambio nuestra relación es destructiva, poco comunicativa, aburrida, etc. es señal que hemos tomado más decisiones equivocadas… ¿a propósito?, no, hemos hecho lo mejor posible.
Muchas veces cuando nos encontramos frente a una pareja que siente que lo está pasando mal, que encuentra que su vida en pareja va de mal en peor, les hacemos a ambos las siguientes preguntas:
- ¿quieren tener una buena relación de pareja?
- ¿Les gustarÃa que su pareja, sea su compañero o compañera?
- ¿Les gustarÃa que su pareja fuera su amigo o su amiga?
- ¿Que fueran confidentes, amantes, cómplices?
- ¿Quisieran poder comunicarse eficientemente con su pareja?
- ¿Les gustarÃa poder decir lo que piensan y sienten sin que se transforme en una situación desagradable?
- ¿Les gustarÃa llegar a acuerdos con su pareja?
- ¿Les gustarÃa pasarlo bien con su pareja?
-  ¿Les gustarÃa ser completamente felices?
SI, contestan a cada una de esas preguntas.
Entonces viene la última de ellas:
Y si tienen tan claro lo que quieren y ambos además quieren lo mismo ¿por qué no lo hacen?
La respuesta es una sola: “No sabemos cómo, lo hemos intentado muchas veces, pero no nos resulta.â€
Esa es la gran verdad, las parejas quieren tener una buena relación, pero no saben como lograrlo.
La buena noticia es que se puede aprender.
Ricardo Cariaga
Director de la Organización
Vivir en Pareja